Una revolución silenciosa (y rentable)
“Vaca Muerta es el caso emblemático, pero la inteligencia artificial está impulsando una transformación profunda en toda Argentina. Desde startups hasta multinacionales, las empresas están adoptando la IA para optimizar procesos, reducir costos y aumentar la competitividad, con resultados sorprendentes que se miden en miles de millones de dólares y porcentajes de crecimiento de doble dígito.”
Por Sergio Candelo, Co-Founder Snoop Consulting
En el corazón de Puerto Madero, en una sala dominada por el brillo azulado de 130 pantallas, un equipo de ingenieros y geólogos está redefiniendo el futuro de la energía argentina. No están pilotando una nave espacial, sino el cerebro digital de Vaca Muerta, el gigantesco yacimiento de hidrocarburos no convencionales que podría convertir al país en una potencia energética. Aquí, a cientos de kilómetros de la vasta y desafiante Patagonia, la inteligencia artificial (IA) toma decisiones en milisegundos que antes llevaban días, optimizando cada gota de petróleo y cada metro cúbico de gas extraído.
Pero este centro de control de alta tecnología, el Real Time Intelligence Center (RTIC) de YPF, es solo la punta del iceberg. Lo que ocurre aquí es un reflejo de una transformación mucho mayor, una revolución silenciosa impulsada por la IA que está impactando a empresas de todos los tamaños y sectores en todo el país. Desde la optimización de la producción energética hasta la mejora de la atención al cliente, pasando por la gestión del talento y la trazabilidad agrícola, la IA está dejando de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta cotidiana, generando resultados tangibles que se traducen en miles de millones de dólares de ahorro y porcentajes de crecimiento de dos dígitos.
Vaca Muerta: El cerebro digital de la energía argentina
En Vaca Muerta, la IA es el motor de una operación que busca no solo aumentar la producción, sino también hacerla más eficiente y competitiva a nivel global. El RTIC de YPF es el epicentro de esta transformación. Este centro neurálgico procesa una avalancha de datos provenientes de más de 1,000 pozos en producción y 30 instalaciones clave: el equivalente a llenar más de 50,000 discos duros de 1 terabyte cada año.
Sistemas avanzados de Machine Learning (aprendizaje automático) analizan esta inmensa cantidad de información en tiempo real, buscando patrones y correlaciones que permitan replicar las condiciones de los pozos más productivos. Se monitorean más de 80 indicadores clave de rendimiento (KPIs) y se reciben más de 100 variables en tiempo real, desde la presión y la temperatura hasta la composición del fluido extraído.
El resultado de este análisis inteligente es una reducción drástica en los tiempos de trabajo, que oscila entre un 15% y un 30%, según datos de la compañía. Esto se traduce en un ahorro de aproximadamente 10 millones de dólares diarios, o lo que es lo mismo, 3,650 millones de dólares anuales. Una cifra que, por sí sola, justifica la inversión en esta tecnología de vanguardia.
“Estamos construyendo un gemelo digital de Vaca Muerta”, explica una jefa de ingeniería de datos en YPF. “Cada decisión que tomamos aquí, desde la velocidad de perforación hasta el diseño de las fracturas hidráulicas, se basa en la inteligencia artificial. Y los resultados son asombrosos.”
La conectividad es un factor crucial en esta transformación. Gracias a la tecnología satelital de Starlink, el tiempo de transmisión de datos desde los yacimientos hasta el RTIC se ha reducido de varios minutos a apenas unos segundos. Además, un sistema de 90 cámaras de alta definición permite a los ingenieros y geólogos “ver” lo que ocurre en el campo en tiempo real, supervisando simultáneamente la operación de cientos de pozos.
Un equipo de 88 profesionales, entre geólogos, ingenieros y especialistas en datos, trabaja las 24 horas del día, los 7 días de la semana, en el RTIC, analizando la información y tomando decisiones basadas en los algoritmos de IA. Un Centro de Operaciones complementario en Neuquén, más cerca del yacimiento, refuerza esta red de vigilancia tecnológica.
El objetivo final de esta revolución digital es ambicioso pero concreto: reducir el costo de producción del gas natural en Vaca Muerta a 2 dólares por millón de BTUs (unidad térmica británica, la medida estándar de la industria). Este valor haría que el gas argentino fuera competitivo a nivel global, incluso frente al Permian de Estados Unidos, la cuenca de shale gas más productiva del mundo, donde los costos oscilan entre 2,5 y 3 dólares por millón de BTUs.
Gracias a la IA y otras tecnologías digitales, YPF ya ha logrado reducir los costos operativos en un 25% en los últimos tres años. Y el costo de perforación y completación de un pozo de shale, que promediaba los 12,5 millones de dólares hace dos años, ha bajado a 10 millones, una reducción del 20%. La meta es identificar los 40 pozos más eficientes entre los más de 1,000 existentes para estandarizar la operación y replicar su éxito en nuevos desarrollos.
Innovación argentina: De Astilleros a centros de datos en el corazón de la Patagonia
Pero la revolución de la IA en Vaca Muerta no se limita a la operación de YPF. En Mar del Plata, a más de 1,000 kilómetros de distancia, otra pieza clave de este rompecabezas energético está tomando forma. SPI Astilleros, una empresa tradicionalmente dedicada a la construcción naval, está demostrando que la innovación argentina no tiene límites.
En colaboración con la empresa de tecnología Unblock y otras compañías locales, y con el apoyo del Clúster de Energía de Mar del Plata y la Asociación Bonaerense de Industria Naval (ABIN), SPI Astilleros ha desarrollado un prototipo de centro de cómputo modular diseñado específicamente para operar en el duro entorno patagónico.
Estos centros de datos, alojados en contenedores de 40 pies, están equipados con sistemas de refrigeración por ventilación forzada y sistemas de control a medida para resistir temperaturas extremas que pueden oscilar entre -10°C y 40°C. Su diseño modular permite el traslado y la relocalización rápida en menos de 48 horas, utilizando principalmente componentes del mercado nacional para facilitar el mantenimiento y reducir la dependencia de proveedores extranjeros.
Pero, ¿cuál es el propósito de estos centros de datos en medio del desierto patagónico? La respuesta está en el gas de venteo, un subproducto de la extracción de petróleo que actualmente se quema o se libera a la atmósfera, generando un doble problema: contaminación ambiental y desperdicio de un recurso valioso.
Según datos de la Secretaría de Energía de la Nación, en Argentina se ventean 308 millones de metros cúbicos de gas al año. Los centros de datos modulares de SPI Astilleros permitirían reducir este volumen hasta en un 50%, utilizando ese gas para alimentar los servidores que realizan tareas de minería de criptomonedas o procesamiento de datos para inteligencia artificial.
“Buscamos validar un diseño y construcción local que permita reducir el gas de venteo, aumentar la capacidad productiva de los pozos y generar valor a partir de un recurso que hoy se desperdicia”, explican los desarrolladores del proyecto. La inversión inicial estimada es de 1,2 millones de dólares por unidad, pero el retorno de la inversión se justifica tanto por el ahorro de gas como por la generación de ingresos a través de la minería de criptomonedas o el alquiler de la capacidad de cómputo.
El futuro de la IA en Argentina: Un país en transformación
La adopción de la inteligencia artificial a nivel mundial experimentó un crecimiento exponencial en los últimos años. Informes de la consultora IDC confirmaron que la inversión global en IA superó los 120,000 millones de dólares anuales en 2024, y se proyecta un crecimiento sostenido a una tasa anual compuesta del 25% en los años siguientes.
En América Latina, la percepción sobre la IA es ampliamente positiva. Más del 70% de los encuestados en diversos estudios considera que la IA beneficiará a las personas y a las economías regionales. Un informe de la consultora McKinsey estimó que la IA podría generar un crecimiento económico adicional del 5,4% para 2030 en la región.
En Argentina, la revolución de la IA ya no es una promesa, sino una realidad tangible y medible. Desde Vaca Muerta hasta las oficinas de las pymes, pasando por los campos, las fábricas y los centros de atención al cliente, la inteligencia artificial está impulsando la productividad, la innovación y la competitividad.
El desafío ahora es escalar esta transformación, invertir en talento y capacitación, crear un marco regulatorio que fomente la innovación y la ética en el uso de la IA, y asegurar que los beneficios de esta revolución tecnológica lleguen a todos los sectores de la sociedad y a todas las regiones del país.
El futuro de Argentina se está construyendo hoy, con datos, algoritmos y, sobre todo, con el ingenio y la capacidad de adaptación de su gente. La apuesta es ambiciosa, pero los primeros resultados demuestran que el camino hacia una Argentina más próspera, eficiente y conectada con el mundo ya está en marcha. La revolución silenciosa de la IA está transformando el país, y los beneficios económicos y sociales apenas comienzan a vislumbrarse.